Óscar Carrera. Instructor certificado en Mindfulness. Formado en programas MBSR, MBCT, CCT y MBTB y en decenas de retiros.Cada sesión con él es una oportunidad para cultivar la presencia y la calma
La práctica de meditación o práctica formal de Mindfulness no tiene un objetivo concreto, pero si lo tuviera éste sería el de integrar sus beneficios en el día a día, lo llamamos práctica informal.
El concepto Mindfulness o Atención plena es algo sencillo de entender y no tan fácil de practicar. Consiste en dirigir la atención de forma deliberada al momento presente y sin juzgar, de manera que estás atento a la experiencia de lo que ocurre momento a momento.
Para comprenderlo mejor, podemos ver los contrarios de Mindfulness o que NO es Mindfulness. Así, ¿qué no es Mindfulness?
- Dejar la mente en blanco
- Actuar en piloto automático
- Angustiarnos con las experiencias pasadas
- Desgastarnos preocupándonos por el futuro
- Querer estar de una manera diferente a la que estamos
Puede parecer que la capacidad de usar el piloto automático con facilidad es útil y ventajosa, sobre todo en un mundo donde el tiempo es un bien escaso. Pero, como muchas funciones de la mente, si se utiliza con demasiada frecuencia, tiene un coste que se presenta en dos vertientes muy claras. La primera es que perdemos la conexión con la realidad, lo que puede llevar, por ejemplo, a tener accidentes por ir despistado o a perder oportunidades de todo tipo. La segunda desventaja es que esta actitud mantiene el sistema nervioso siempre a pleno rendimiento, ya que nunca se relaja, lo que tiene implicaciones para la salud mental a medio y largo plazo.
Mindfulness nos permite estar donde ya estamos y familiarizarnos más con nuestras propias experiencias presentes y vivirlas más plenamente y lo más interesante es que no solamente es un concepto, sino que se puede practicar. ¿Cómo? Mediante la práctica de meditación.
Lo primero que uno aprende cuando empieza a meditar son el conjunto de técnicas de meditación, quizás la más conocidas sean las de atención focalizada, basadas en atender a un objeto del presente de forma constante y, cuando la atención se va y te das cuenta, vuelves de nuevo. Pero si uno va progresando adecuadamente, se va dando cuenta que la meditación es algo más que traer la mente al objeto cada vez que se distrae, la práctica de meditación te permite estar en este mundo con un mayor sentimiento de felicidad, de fluidez, de presencia y de claridad.
Podemos ver la práctica de meditación como tiempo de entrenamiento y el resto del día como el tiempo en que se juega el partido de verdad. Cuando uno entrena, lo hace para estar mejor durante el resto del día ¿Verdad? Pues con la meditación sucede algo parecido, entrenamos nuestra mente para ser más conscientes y para estar más atentos y despiertos durante nuestro día a día.
Algunas personas todavía creen que meditando se debe sentir algo especial y no es así. No se accede a ningún lugar, ni se debe hacer nada en concreto, sencillamente debes estar donde ya estas, en quietud y familiarizarte con la experiencia del momento presente, vivirla plenamente.
Jon Kabat Zinn, creador del programa más reconocido de Mindfulness nos dice: “Nuestra respiración tiene la virtud de ser un proceso muy conveniente para apoyar la atención en el curso de nuestra vida diaria.
Mientras vivimos, nos acompaña en todo momento y no nos es posible salir de casa sin ella. Siempre está ahí sin importar lo que hagamos, sintamos o experimentemos, estemos donde estemos ahí está.”
Y es que está claro que respirar es lo único que no podemos dejar de hacer. Podemos estar sin comer o sin dormir, pero, ¿sin respirar? Aunque suene fuerte, sabemos que una inhalación es lo primero que hacemos al nacer y una exhalación es lo último que haremos antes de morir.
Y para poner un ejemplo práctico de aplicación del entrenamiento en meditación en el día a día, imagina a un gran maestro con su barba blanca, sentado con las piernas cruzadas. Te han dicho que el maestro lleva cinco horas meditando sin moverse ni un pelo. Ves cómo se le acerca un niño y le da un toquecito en el hombro.
Entonces el maestro abre un ojo, gira la cabeza y mira al niño. El niño le pregunta si sabe dónde está la estación de tren más cercana. El maestro, enfadado, alzando la voz le dice que pregunte a otro, que él está meditando y que pare ya de molestarle. ¿Qué maestría hay aquí? ¿Para esto lleva toda la tarde meditando? Esto no es sabiduría ¿Verdad?
Así pues, la clave está en mantener la serenidad a la que te invita la práctica de meditación durante el día, con buen humor, con actitud abierta y, sobre todo, estando centrado en lo que uno hace. Existe un proverbio Zen que dice “Cuando comas come y cuando duermas, duerme”. Así que también podemos decir “cuando entrenes, entrena y cuando descanses, descansa”.
Hay un punto muy importante y quizás un poco más profundo. Si tenemos presente que los humanos creamos la realidad con nuestra mente, los resultados que obtenemos serán siempre proporcionales a nuestro estado interno y no al contrario. Y lo interesante aquí, es que está nuestra mano orientar conscientemente nuestros pensamientos hacia dónde queremos y eso depende exclusiva y totalmente de cada uno de nosotros.
Así, si me voy diciendo que no voy a poder hacer algo o que no sirvo para esta función, debo observar qué valor tiene ese pensamiento. ¿Puedo preguntarme qué sentido tiene ese pensamiento? ¿De qué me está avisando? ¿Me es útil? Y entonces puedo decidir si aceptarlo o no. Al crear una distancia entre mi consciencia y mis pensamientos se genera un espacio que me permite aceptarlo o no. ¡Qué fuerte! ¿verdad?
Victor Frankl, famoso psiquiatra austríaco, dice esto al respecto: “A las personas se les puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas, que es la elección de la actitud personal ante el conjunto de circunstancias externas para decidir su propio camino”.
Podríamos decir que estar atento al momento presente es lo contrario de ir en piloto automático. Por ejemplo, a veces, poner el piloto automático al preparar la comida, puede resultar útil y ventajoso, si mientras lo hago aprovecho para pensar otras cosas. Pero, como muchas funciones de la mente, si se utiliza con demasiada frecuencia, tiene un coste importante en al menos dos vertientes muy claras:
- La primera es que perdemos la conexión con la realidad, lo que nos puede llevar, por ejemplo, a tener accidentes y hacernos un corte en la mano al despistarnos o que se nos queme la comida.
- La segunda desventaja es que esta actitud mantiene el sistema nervioso siempre a pleno rendimiento, ya que nunca se relaja. Eso tiene implicaciones para la salud mental a medio y largo plazo. Lo que os decía, va en contra de que “cuando comes, come y cuando duermas, duerme”.
Hay centenares de estudios de investigación que destacan cuán efectiva puede ser la meditación para mejorar la concentración y para tener una mente más en calma. Un estudio del norteamericano Richard Davidson, quizás el investigador más reconocido en temas de meditación demostró que, tras practicar sólo diez minutos de atención a la respiración, las personas presentaban un mejor nivel de concentración en las pruebas posteriores que se les realizaba. Eran mejores en comparación con un grupo de control que no realizaron la meditación.
Desde mi propia experiencia, te puedo asegurar que, a medida que vas practicando, vas minimizando las veces que la atención se vuelve errante y reduces el tiempo en que se halla desconectada del presente. Es un trabajo lento pero seguro y, sólo el hecho de observarse a uno mismo, ya es un gran avance hacia el autoconocimiento.